“Serás como un jardín bien regado”

Image[Predicado el 25 de agosto, 2013, a la Iglesia Todos los Santos, Pasadena, CA]

Mis amigos y amigas en Jesucristo:

En el medio del verano, cuando las montañas de San Gabriel están muy secas, y el clima es cálido, es un alivio encontrar este pasaje bíblico de Isaías: “Serás como un jardín bien regado, como un manantial al que no le falta el agua.” Esta es una de las muchas promesas de Dios en este pasaje.  Se encuentra en una parte del libro del profeta Isaías que se llama Tercero de Isaías.  No pudo haber sido escrito por el profeta Isaías porque describe eventos que sucedieron cuatro siglos después de su muerte.  Se refiere a grandes eventos en la historia de Israel:  El tiempo en el que los judíos eran capturados por los babilónicos y el templo fue destruido y luego el tiempo en el que se les permitió regresar a Jerusalén y el templo fue restaurado.

Es por eso que escuchamos esta serie de promesas.  Los escritores del libro Tercero de Isaías desean demostrar que Dios restaura la vida, que Dios no ha hecho promesas falsas en el pacto con Israel.  Después de casi sesenta años de cautiverio y esclavitud, se les permitió a los israelitas que regresaran a Jerusalén para reconstruir su templo y sembrar de nuevo en sus campos.  Es por eso que el pasaje dice,  “Tu pueblo reconstruirá las viejas ruinas y afianzará los cimientos puestos hace siglos. Llamarán a tu pueblo: ‘reparador de muros caídos’, ‘reconstructor de casa en ruinas’.”

ImageQuisiera enfocarme en una promesa en particular.  Dios nos promete agua en el desierto.  El profeta escribe,  “Serás como un jardín bien regado, como un manantial al que no le falta el agua.” Que promesa tan maravillosa para quienes viven en climas áridos y secos, en el desierto.  ¿Han visto ustedes, los bellos jardines y fuentes que se encuentran atrás de esta iglesia?  Si no los han visto, les invito a que caminen por allí el día de hoy.  Son una imitación de las fuentes diseñadas cientos de años atrás por musulmanes en el sur de España. Los canales que llevan el agua son angostos para conservar el agua y sin embargo proveen de agua suficiente a los lugares secos y áridos.  Y como resultado de esto, los jardines en esos lugares son muy exuberantes.

El escritor del libro Tercero de Isaías está comparando la gracia de Dios, la bondad de Dios con el agua en el desierto, cuya agua hace de nosotros un jardín bien regado.  Cuando Dios nos riega con su agua, entonces nos volvemos fértiles,  fructíferos, bellos y nos convertimos en una fuente de compasión y  bienestar para los demás y para nosotros mismos.

Leí sobre un logro maravilloso de ingeniería en el Perú que ilustra de manera perfecta este milagro del agua en el desierto.  La ciudad capital de Lima se encuentra en el desierto litoral del Perú. El área recibe aproximadamente media pulgada de agua por año.  Lo cual no es suficiente para todos los ciudadanos de Lima, y la poca agua que les queda está contaminada.  No es agua potable.  Y por lo tanto, la gente pobre se enferma debido a su consumo.

ImageSin embargo tienen una humedad en el aire del 98%. Y entonces, los ingenieros descubrieron una forma de recibir agua del cielo.  Construyeron una valla publicitaria que es capaz de retener la humedad en el aire, la condensa, la purifica y la convierte en agua limpia y potable.   Una valla publicitaria acumuladora de agua produce casi diez mil litros de agua en tres meses.  Proporciona suficiente agua para cientos de familias en Lima.  Y lo único que hicieron fue aprovechar del agua que ya existía.  Si prestamos atención, el agua siempre está a nuestro alcance para poder aprovecharla.

Esto es a lo que se refiere el escritor de este pasaje de Isaías.  El alivio que necesitamos de Dios siempre está a nuestro alcance.  Dios nos lo ha prometido y Dios cumple con su promesa.  Dios no hace promesas en vano.

Pero fíjense que hay condiciones que van de la mano de estas promesas.  Usualmente, decimos que no podemos hacer nada para ganarnos la gracia y la misericordia de Dios.  La gracia, la misericordia y la sanación son regalos de Dios.  Pero en este pasaje, el escritor nos dice que nosotros seremos como un jardín bien regado SI hacemos las cosas que Dios nos pide que hagamos. ¿Y qué es lo que dice el profeta que Dios quiere que hagamos?

“Respeta el sábado; no te dediques a tus negocios en mi día santo. Considera este día como día de alegría, como día santo del Señor y digno de honor; hónralo no dedicándote a tus asuntos, ni buscando tus intereses y haciendo negocios. Si haces esto, encontrarás tu alegría en mí…”  Si haces esto. 

¿Son acaso los regalos de Dios condicionales? ¿Acaso tenemos que respetar el sábado para que Dios nos de agua en el desierto? Yo no lo creo. Pero si creo que debemos respetar el sábado y darle gloria y honor a Dios para poder VER el agua que cae de Dios en nuestros áridos desiertos.  Piensen en esas personas en el Perú, desesperadas por tener acceso a agua potable.  El agua se encontraba en el cielo todo ese tiempo.  Todo lo que tuvieron que hacer fue extender sus brazos y alcanzarla.

Lo mismo sucede con los canales de agua construidos por los musulmanes en los jardines del Sur de España.  Ellos sabían que Dios proveería el agua, pero ellos debían capturarla y canalizarla hacia las plantas sedientas del agua.

Cuando experimentamos períodos difíciles en nuestras vidas.  Cuando nos encontramos afectados por preocupaciones, enfermedades, problemas financieros, problemas en casa, en la escuela, estos periodos se sienten como desiertos.  Nos podemos llegar a sentir muy solos.  Nos encontramos sedientos de ayuda.  Nos encontramos sedientos por alguna señal de que Dios – o alguien – vendrá a ayudarnos.  Estos momentos pueden ser preocupantes y hasta nos pueden dar miedo.  Y a veces hasta nos puede parecer que Dios no cumple sus promesas.  ¿para qué orar? ¿para qué leer la Biblia? ¿para qué ir a la Iglesia? Si Dios no me está ayudando.  Es una reacción normal cuando hemos sido fieles a Dios y sin embargo nos sentimos como que si estuviéramos perdidos en el desierto de nuestras vidas.

Yo estoy segura de que Dios no hace promesas en vano.  Yo creo que el agua de Dios, el agua que  necesitamos para ser un jardín bien regado, está siempre en el cielo, y que nosotros debemos ser como esos ingenieros brillantes en el Perú.   Necesitamos encontrar las maneras de extender nuestros brazos hacia el cielo y alcanzar esa agua.  Esta gracia es gratis y siempre está disponible, pero como el escritor de Isaías escribió, debemos respetar el sábado y darle honor y gloria a Dios  para poder ver y capturar lo que Dios nos está enviando.

El venir a este santuario cada domingo para adorar a Dios en comunidad es una manera de recibir el agua de Dios.  Las palabras, la música, las oraciones, la eucaristía, la simple presencia de otras personas son formas en que el agua de Dios es derramada sobre nosotros.   El orar en privado y las acciones de caridad hacia otros también son formas importantes de esto.  Pero cuando nuestra espiritualidad es privada, entonces no podemos experimentar el apoyo y la afirmación que recibimos de nuestro prójimo.  Cuando nuestra espiritualidad es privada, no podemos nosotros mismos ser una buena fuente de apoyo y afirmación hacia otros.  Un chorrito de agua por sí solo no puede regar un jardín.  Pero muchos chorritos de agua congregados en una fuente pueden hacer de él un jardín exuberante, no importando cuan caliente o seco esté el desierto de sus vidas.

Me gustaría ilustrar mi punto, y necesito de la participación de todos para hacerlo.  Haremos juntos una tormenta.   (Un dedo, dos dedos, tres dedos).

Cuando sonamos un solo dedo, casi no podemos escuchar la lluvia.  Cuando sonamos dos dedos, podemos oírla un poco más.  Pero cuando todos están participando y contribuimos con tres dedos, entonces logramos hacer una tormenta que hasta puede restaurar al jardín más árido.   Se necesita de todos nosotros en comunidad para hacer que la gracia de Dios sea obvia a nuestro alrededor.  Yo no digo que no podamos alcanzar a Dios por nuestra propia cuenta.  Ciertamente espero que todos ustedes oren a Dios y sientan su presencia en su vida privada de oración.  Yo se que eso me sucede a mí.  Pero en comunidad, en un santuario consagrado a la adoración de Dios, podemos juntos crear una tormenta. Y podemos convertirnos en jardines bien regados siendo nutridos por la oración y la adoración hecha en comunidad.  Somos nutridos gracias a la fe y la confianza que otros tienen en Dios, aún cuando nosotros mismos nos sintamos cansados y abrumados.

Como la mujer en el Evangelio que había estado enferma por dieciocho años, nosotros puede que tengamos que esperar un tiempo largo.  ¡Imagínense por cuánto tiempo habrá orado para ser sanada! Imagínense cuan seca se debió haber sentido esa oración.  Y sin embargo, la tormenta de sanación de Jesús llegó y le dijo, “Mujer, ya estás libre de tu enfermedad.”

Hay un video hermoso en el internet sobre estos aldeanos del Perú quienes ahora sacan agua de una llave de agua en la parte de abajo de la valla publicitaria.  Llegan juntos a esta valla publicitaria con contenedores para llevar agua para tomar y para cocinar.  Se ríen juntos y se regocijan.  Tienen planes de construir más de estas vallas publicitarias en otros lugares.  Ellos también están maravillados del repentino cambio de su fortuna, de su suerte.  Yo creo que se han dado cuenta que la gracia de Dios siempre estuvo allí.  Simplemente tenían que unirse en comunidad para alcanzarla.     Que nosotros también podemos congregarnos en comunidad de forma regular y así alcanzar la gracia de Dios. Amén.

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